lunes, 20 de agosto de 2012

Guglielminetti era buscado por narcotráfico en el 70

Se lo consideraba un delincuente peligroso y tenía pedida captura.
Testimonió un excorresponsal de "Río Negro" en Neuquén. 

El jefe de la corresponsalía Neuquén del diario Río Negro en 1976, Carlos Galván, aseguró que lo primero que supo de Raúl Guglielminetti fue que era un "peligroso delincuente" y que así se publicó en 1970. Después del golpe militar, el agente civil de inteligencia -uno de los imputados en este juicio- se jactaba de ser parte de la "comunidad informativa", una reunión de "espías" que planificaba la captura de quienes estuvieran en contra de la dictadura.

Galván declaró en el juicio por delitos de lesa humanidad porque el 17 de agosto de 1976, en la madrugada, fue testigo directo de cómo el dirigente de Agua y Energía de Roca, Rubén Ríos, escapó del grupo de tareas que lo había secuestrado en su casa. Ríos logró salir del baúl del auto en el que era llevado a "La Escuelita" y fue visto por Galván cuando corría en ropa interior por el puente carretero Neuquén-Cipolletti.

Luego el sindicalista volvió a ser atrapado por quienes después lo torturaron.

El periodista se exilió en Brasil luego de que, por su actividad y la exposición de su esposa, María Cristina De Cano, en la búsqueda de tres cipoleños desaparecidos (Luis Genga y las hermanas María Cristina y Silvia Botinelli) sus hijos fueron amenazados de muerte. Tras el ultimátum Galván consultó al segundo jefe de la regional neuquina, Antonio Casal, por la entidad de esa advertencia, quien le advirtió que el matrimonio se tenía que ir "ese mismo día". Consultado sobre Guglielminetti dijo que "en 1970 el subcomisario de la federal Gustavo Sommer me dijo que habían capturado a un peligroso delincuente que tenía pedido de captura nacional e internacional, por contrabando de armas, estupefacientes y de un incendio en Iquitos (Brasil), y que se llamaba Raúl Guglielminetti".

Dos años después de aparecer en las páginas policiales Guglielminetti volvió a la zona, se empleó en 1972 en el diario Sur Argentino de la familia Sapag; estuvo en el informativo de LU5 y en 1976 se jactaba, entre otras cosas, de integrar la "comunidad informativa", una organización secreta de "espías". "Todos los espías formaban parte de la comunidad informativa, él decía que participaba y lo había hecho en dos oportunidades; nosotros no sabíamos quiénes la integraban porque era secreto, el único bocón era él" describió.

Casal, en su turno como testigo de este juicio, describió cómo Guglielminetti formó parte del grupo que iba a actuar en la región como integrante de la "triple A" (Alianza Anticomunista Argentina) que el ex interventor de la Universidad del Comahue, Dionisio Remus Tetu, intentó comandar a fines de 1975. Los vinculó -a Tetu y a Guglielminetti- con los tres atentados que hubo ese año: en el juzgado Federal, la librería Libracos y la agencia del diario Río Negro.

Galván aseguró que cuando se produjo el golpe militar y los dueños de los diarios fueron citados en el Comando, el general Horacio Tomás Liendo les presentó al mayor Oscar Reinhold, de Inteligencia, como el "nexo" entre los periodistas y el comandante.

En su labor, recurrió a Reinhold para chequear situaciones de desaparecidos, como el caso de Ríos o el de Cecilia Vecchi, y siempre tuvo respuestas como "si quería publicar, lo publicara y que me atuviera a las consecuencias", recordó. Cuando decidió irse de la región tras la advertencia telefónica de que iban a "estampar" a sus hijos contra la pared como mariposas, Galván conocía la desaparición de "Luis Genga, las hermanas Bottinelli, Ramón Jure, Carlos Kristensen, el grupo de teatro Génesis, Alicia Villaverde y Darío Altomaro que fueron secuestrados, llevados a Bahía Blanca y abandonados con señales de tortura".

Galván señaló a Miguel Ángel Quiñones -policía rionegrino imputado en esta causa- como quien dio el dato a una tercera persona de la liberación de Genga "en un espacio entre Centenario y Arroyito", y ante una consulta puntual, aclaró haber conocido a Quiñones cuando ambos vivían y trabajaban -cada uno en su labor- en Cinco Saltos, en 1968. Recordó que el 24 de marzo de 1976 el general Liendo le exigió a los directores de los diarios regionales la censura y "autocensura" para que se abstuvieran de publicar "nada que afecte el proceso en marcha".

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