Entrevistamos a Oscar Ragni, militante de la Corriente Militante por los Derechos Humanos, padre de Oscar Ragni – hijo – quien permanece desaparecido.
Marina López Dorigoni
Oscar Ragni es militante de Derechos Humanos desde el año 76`, cuando desapareció su hijo Oscar. Es fundador de la APDH de Neuquén, participante de la primera delegación de la Asamblea por los Derechos Humanos de Buenos Aires, la primera delegación en Neuquén. Posteriormente fundador, con otros compañeros, de la Corriente de Militantes por los Derechos Humanos. En el marco del juicio “La Escuelita IV” desde La Izquierda Diario dialogamos con él sobre su visión de los juicios a los genocidas, que en la región comenzaron en el 2008.
¿Qué opinas de este "desmembramiento" del juicio, por tramos, por partes?
No sé de quién es la estrategia, pero esto tiene “olor” a intención de prolongar el juicio, buscando que muchos queden sin ser condenados. Porque el tiempo pasa, las edades de ellos van avanzando como la de cualquier otro ser humano y llega un momento que, como sucedió ahora por ejemplo con Farías Barrera y Olea que por insanidad no los pueden seguir juzgando. Con ellos estaría solucionado el tema porque ya han sido condenados y esa condena no se la van a sacar, si bien no pueden participar y si bien hay que reconocer que esto lo permite la justicia, por el derecho a su defensa, por las garantías constitucionales. Cosas que se las niego rotundamente, no les reconozco ningún derecho y no quisiera darles ningún tipo de garantías, no quiero ponerlos en el paredón a ninguno, pero si quiero verlos a todos juzgados. Ya que ninguno de ellos, hasta ahora ha asumido la responsabilidad de decir la verdad y responder la pregunta de estos últimos 40 años de qué hicieron con los compañeros desaparecidos y dónde están y quiénes fueron los responsables y autores de todo lo que hicieron. Ese es único objetivo, si no se logra, es lo mismo que los condenen a 10, a 20 o a 50 años.
Este es un pensamiento personal, por supuesto, aquí lo que se busca es la verdad. La trilogía de “memoria, verdad y justicia” será muy interesante. La memoria está, está flotando desde los cuatro puntos cardinales. Pero justicia sin verdad no es justicia y para que se haga justicia tenemos que saber la verdad.
¿Cómo ves a la comunidad en relación a los juicios, al terrorismo de estado?
La sociedad ha sido víctima como todos, yo creo que está un poco desgastada, no te olvides que llevamos 40 años atrás de esto. Los primeros tiempos hubo mucha ansiedad, por supuesto, pero después – evidentemente hay que reconocerlo – la gente que no tuvo participación directa, salvo raras excepciones, terminó no por desinteresarse del tema, sino por no preocuparse más.
Y en cuanto a los jóvenes, que tanto esperamos de ellos, es cierto que hay grupos de jóvenes se han encaminado bien, siguiendo caminos que no se desviaron en momentos de definición. ¿Esto por qué lo digo? Porque hay mucho interés en quienes han participado, en quienes hemos participado en todo esto, de que se vaya sabiendo la verdad y que la juventud que no recibe los datos precisos a través de los medios, por ejemplo un análisis completo en todos los niveles de estudio, primario, secundario. Ha habido tantos desvíos en estos años de lo que fue el Terrorismo de Estado. Las consecuencias que produjo y cuando se llega al punto de quiénes tuvieron participación, ahí es donde empieza a cambiarse un poco la historia de aquéllos que quieren contar la historia a su manera.
Hay influencias que son muy pesadas, que siempre están en manos del poder. Los organismos de Derechos Humanos que hemos sido históricamente los que hemos llevado a todos los ámbitos posibles la información que íbamos obteniendo a través de la militancia, la participación y de la actividad que tuvimos, empujados también muchos por la necesidad propia que teníamos de saber la verdad, eso se ha ido perdiendo, porque lo han ido ganando organizaciones que empezaron a quedarse dentro de los ámbitos de poder político, para llevar el mensaje que a cada sector le beneficiaba. Lo usaban como una forma de tergiversar la realidad de los hechos para no llegar en profundidad a la verdad.
Acá en Neuquén la marcha del 24 de marzo es multitudinaria, es un hecho muy importante y significativo
Sí, claro. Desde que estamos en esta lucha, Neuquén ha sido el punto destacado dentro del país. No en vano Neuquén en momentos álgidos de la pelea, digamos, fue declarada la “capital de los Derechos Humanos”. No porque se hayan respetado los Derechos Humanos, ni aún en plena democracia, sino por la militancia, por la participación, también los 24 de marzo. Eso es un ejemplo concreto. También sabemos cómo es Neuquén en cuanto a su participación, a la militancia de distintas organizaciones de distintos organismos, muchos de los cuales tienen su orientación política diferente, pero el 24 de marzo nos juntamos todos, ahí se ve realmente desde dónde nace la militancia. No va sólo convocada para reivindicar su espacio político, concurre para reivindicar a los compañeros que faltan, a los que fueron víctimas, a los que fueron torturados y masacrados y al volver tuvieron el coraje de contarlo, para que de alguna manera se pueda, sobre una base firme, hacer los juicios que se están llevando a cabo.
Esto es muy destacado, porque personalmente uno tiene discusiones con muchos de los compañeros que nos abrazamos el 24 de marzo. Es decir, la sociedad en Neuquén, la militancia en la región sin distinción, ha entendido que el 24 de marzo es un símbolo que no se debe abandonar, que no se debe cambiar, que no se vende, que no se entrega. Esto no tiene precio.
Lamentablemente hemos visto en el resto del país, fundamentalmente desde el poder político, espacialmente en ésta “década ganada” cómo el poder político, que sintió que con los juicios le estaba tocando el agua en los talones, empezó a manipular a los organismos para cooptarlos y no dejarlos mover libremente para que no sigan actuando. Está bien, si entre dos hay un acuerdo es porque ambos participan, hay responsabilidades y aceptación. No nos olvidemos que quienes han querido cambiar la historia, nunca quisieron explicar lo que tienen que explicar con respecto a lo que precedió al Golpe de Estado de 76`, que es el accionar de la Triple A. Y la Triple tenía signo político.
¿Qué opinas de la exigencia al Estado de la apertura de los archivos?
No te olvides que hace un par de años, durante la primera parte del gobierno de Cristina Fernández, hubo una apertura de archivos, que se hizo con muchos bombos y platillos, y se encontró – o al menos eso se dio a conocer – todo lo que se sabía. No fue ninguna apertura de archivo, fue como darnos la razón a aquellos que veníamos contando todo desde el 76. Pero no condujeron a nada. Ahora, esos archivos existen, las Fuerzas Armadas se han cuidado mucho de guardar esos archivos. Porque ególatras y soberbios como son, porque creyeron que en algún momento iban a poder tapar sus culpas con eso. De todo lo que hicieron no puede reivindicarse nada. Es necesario saber la verdad. Yo creo que el poder político de todos estos años, sabe muy bien dónde están esos archivos, saben que están guardados. Entonces el reclamo que abran los archivos es legítimo, a cualquier signo político que esté gobernando.
Hace unos días, o semanas, el presidente Macri anuló un decreto que creo que era del tiempo del Alfonsinismo por el cual los traslados – siempre hablando de las jerarquías superiores de las FFAA – y los nombramientos de los comandantes de las tres fuerzas, pasaban por el Poder Ejecutivo, se presentaban pliegos y el Ejecutivo los analizaba. Con esto les dio amplia libertad para que hagan lo que quieran. Parecería algo sin importancia, pero no es así. Dejar eso en sus manos es un peligro para la sociedad.
¿Cuál es tu opinión sobre acusar y pedir las condenas por homicidio y no por desaparición forzada?
Cuando cae un avión o se hunde un barco, hay heridos, muertos y desaparecidos. Y estos siguen siendo desaparecidos aunque sabemos que han ido al fondo del mar porque el barco se hundió, que han explotado contra una montaña porque el avión se estrelló, pero la justicia los considera desaparecidos porque sus cadáveres no se encuentran.
Cuando empezamos a hablar con ciertos sectores del tema, el objetivo era lograr una mayor condena al ser homicidio. Ya a esa altura de los acontecimientos hace un par de años atrás, ya no me interesaba – nunca me interesó – 5, 10, 50 años, porque además sabíamos que iban a ser condenados en distintas etapas. En unas causas a 10, en otras a 15, ya todos están sumando 80 o 90 años de condena.
El tema es que ni un juez tiene autoridad para decretar una muerte. Yo entiendo que hay familiares, que por muchas razones, quisieran que esto termine o necesitan que esto termine. ¿Cómo termina esto? Con esa condena por homicidio.
Quien lo haga, es su responsabilidad, su conciencia, su necesidad que lo impulsa a hacerlo. Pero que de una acusación que lleva años, tomando Neuquén, que desde la militancia, se ha estado hablando siempre de los desaparecidos y pidiendo respuesta por las desapariciones, no creo que se pueda cambiar de un día para el otro. Aquí hay algo más profundo que ha hecho cambiar a algunos sectores, personas con las que hemos compartido estos 40 años de militancia y hemos compartido también, el concepto de desaparecido.
Aquí hubo un solo homicidio, comprobado y fue condenada la persona responsable, es el caso de Albanessi, el compañero que era cooperativista en Cipolletti. Está también el pedido que hizo una persona, de ausencia con presunción de fallecimiento para poder salir del país. Es una señora que fueron secuestrados los dos, ella volvió, su esposo no. Era muy asediada y quería irse de Argentina y llevar consigo a su hija. Dando por fallecido el padre, podía sacar la niña del país. Bueno ese es un caso conocido…
Con Inés (NdR: Inés Rigo de Ragni, su esposa y Madre de Plaza de Mayo Filial Neuquén y Alto Valle), cuando hubo un pedido concreto en juicio de condenas por homicidio, hicimos una presentación mediante una carta al Tribunal que titulamos “No maten a los desaparecidos” y manifestando nuestra opinión y por qué no acordamos. En nuestro caso – de Oscarcito – fueron condenados por desaparición forzada y hay muchas condenas por lo mismo. El tema es los compañeros que quedan ¿por qué los vamos a dar por muertos? ¿Porque no se buscan los medios para saber qué hicieron con los desaparecidos? Ninguno ha dicho “si, yo maté 10 desaparecidos”
Es cierto que en el código no estaba la figura de desaparición forzada, pero fue incluida y es válida para juzgarlos. Si fue necesario crear una nueva figura para poder juzgarlos, por qué ahora vamos a desechar eso, para darles mayor condena o, como creo yo, para terminar con los juicios.
(laizquierdadiario.com)