miércoles, 23 de mayo de 2012

Dramático relato sobre las secuelas de la tortura

Cuando lo secuestraron en 1976, Luis Almarza recibió 57 golpes desde la nuca hasta al coxis en el traslado en avión desde Neuquén a Rawson. Su columna quedó destrozada.

"Las consecuencias físicas están a la vista, son los 57 golpes del traslado" dijo ayer Luis Guillermo Almarza para ilustrar cómo quedó destrozada su columna tras los golpes y picana eléctrica aplicados en su cuerpo en sesiones de tortura que sufrió desde que fue secuestrado en Cutral Co el 14 de junio de 1976.

"57 bastonazos recibí desde la nuca hasta el coxis", dijo Almarza que contó en el trayecto por avión en el que fue trasladado desde la U-9 neuquina hasta Rawson -en septiembre de ese año-, cuando estaba vendado con las manos esposadas en los pies.

Cuando lo bajaron a las patadas al penal del sur "no podía caminar". En 1978 y por gestión del obispo neuquino, Jaime De Nevares, sus padres lograron que luego de dos años de estar encarcelado tras el secuestro, pudiera usar sus anteojos, sin los cuales no veía.

Almarza fue picaneado desde su secuestro en Cutral Co, el 14 de junio de 1976, cuando tenía 26 años. "La persona que estaba con Mendoza (ex comisario de Cutral Co en 1976) era la que llevaba a cabo los tormentos", dijo al recordar a quiénes pudo ver entre sus victimarios.

En la comisaría los tormentos comenzaron con trompadas, militares parados sobre sus extremidades durante la paliza y luego la picana hasta el desmayo.

Almarza fue uno de los testigos centrales en la jornada del juicio por delitos cometidos en la región en la última dictadura militar.

Aunque estuvo vendado, el excomisario neuquino Héctor Mendoza le hizo firmar una declaración que no pudo ver. "Vivía en Huincul desde niño, conocía a mucha gente, me preguntaban por Oscar Hodola, que era mi amigo y yo sabía que era del PRT -Partido Revolucionario de los Trabajadores-, y por otros que militaban en movimientos sociales y en el PJ. Yo no estaba afiliado a ningún partido político, pero adhería al PRT, y muchos los que queríamos otro futuro, eran mis amigos", dijo.

Después de los tormentos en Cutral Co fue trasladado hasta la U-9, de donde lo sacaban casi a diario desde el penal la primera semana. "La picana era inamovible, las trompadas y también el falso teléfono, la mano ahuecada en los oídos" en la Federal o en el ex Distrito Militar, ubicado en 1976 en Olascoaga y la ruta, que luego se vendió a una cadena de supermercados.

"Periódicamente me sacaban para interrogarme en la Federal y en el Distrito", sostuvo Almarza quien dijo que reconoció el lugar cuando, de regreso del exilio en Bélgica, como técnico gráfico ingresó a ese edificio cuando funcionó allí la escuela de Bellas Artes. "Cuando hice un recorrido por las aulas, me situé que allí había estado", dijo. A pesar del cruento trato a los presos en Rawson, Almarza denunció ante la Cruz Roja internacional cómo había sido torturado y los vejámenes carcelarios, y luego ante la comisión de la OEA -a fines de septiembre de 1979-, ya en la U-9 de La Plata, atestiguó conocer de la desaparición de los José Méndez, Javier Seminario, Juan Manuel Pincheira y Orlando Cancio, una tarde de siesta de 1976 cuando fueron sacados de Rawson "y en el diario salió que les habían dado la libertad, pero hasta hoy no están".

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