viernes, 29 de junio de 2012

De Filippis: Tenía 16 años cuando lo secuestraron.

El testigo es gomero. En su adolescencia estuvo detenido en el centro clandestino, y cuando hizo la conscripción debió volver.

NEUQUÉN (AN).- "Se murió tu amigo", le dijeron los torturadores a Carlos Elí De Filippis mientras permanecía esposado y vendado en el centro clandestino que funcionó en el Batallón 181 de Neuquén en 1977.

De Filippis sólo tenía 16 años cuando conoció los golpes y la picana en "La Escuelita". Dos años después, cuando hizo el servicio militar, volvió al mismo lugar (a la casita blanca del Batallón que había sido utilizada como centro clandestino) pero para hacer guardias. " A De Filippis le gusta la guardia ahí; en el puesto La Bruja", recordó en el juicio que le decían.

De Filippis es gomero. Cuando tenía 16 vivía en Cipolletti y trabajaba en la Cooperativa La Colmena. A fines de agosto una comisión policial liderada por Miguel Ángel Quiñones lo detuvo, lo llevó a la comisaría de Cipolletti y luego fue trasladado encapuchado hasta el centro clandestino "La Escuelita".

A los pocos días, allí escuchó los gritos de su patrón, José Luis Albanesi, "a quien maltrataban muchísimo" describió. De Filippis escuetamente fue confirmando las declaraciones que ya había hecho en 1986, ante el juez Rodolfo Rivarola, incluso el momento en que "me hicieron sacar una capucha y ver" cómo un perro policía le mordía los testículos a su patrón.

"Me ponían picana, tres o cuatro personas, hablaban entre ellos en el galpón de chapa, donde me llevaban caminado", dijo el gomero quien aseguró que durante más de un mes "todos los días era así, me trataban de subversivo, me hacían que me iban a disparar, a veces me sabía quedar solo y ahí mermaba la paliza", describió. Insistió en que se enteró de la muerte de Albanesi en el centro clandestino porque "ellos me lo dijeron: falleció tu amigo".

Según declaró como testigo el médico Enrique Coronel, en 1977 la cooperativa familiar "La Colmena" sufrió incendios y como la policía no daba con el origen de los siniestros, la familia le pidió al Comando que investigara si no estaban siendo saboteados. La versión castrense fue que Albanesi le habría pagado a De Filippis para que produjera los incendios.

"Un año después escuché por los medios que ni Albanesi ni el chico tenían que ver" en los incendios, recordó el médico. Coronel era amigo de la familia Albanesi y los hijos le solicitaron que fuera a recibir el cuerpo a Neuquén cuando desde el Comando le informaron que había muerto por un infarto, y fue así que llegó hasta el Castro Rendón donde vio los restos de Albanesi vestido, en el piso de una habitación, con un conscripto médico de guardia que, con mucho miedo le dijo "yo no sé nada, sólo tengo que entregar el cuerpo".

Antes, cuando iba a averiguar dónde estaba el cuerpo del padre de su amigo, Coronel se encontró con Hilarión de la Pas Sosa -médico militar acusado en este juicio- y el teniente coronel Osvaldo Laurella Crippa -interventor militar de la policía de la provincia- en las inmediaciones del Comando, y fue el mismo Sosa el que le informó que "lo iban a entregar en el hospital".

De Filippis estuvo por más de un mes en el centro clandestino, luego quedó detenido en la U9 y en diciembre fue liberado.

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